jueves, 6 de mayo de 2010

reflejos

He jugado a mirar mi sombra en el espejo, no la visto, por el contrario la disfrazo, veo a otro que no reconozco pero lo encaño. Muerto de frío me pide perdón por desvestirse de mi y dejarme abrigado frente a su espejo.
Es él, el otro. El que mira y no ve lo que ve. El mismo que no sabe quién soy (a cada rato), él se disfraza de mi y no sabe pedir perdón. El que habla de lo que el otro decimos dice.
Detrás mío el mismo espejo me escupe la nuca y no para de escupirme. Soy yo en el espejo anterior. Donde el calor no abriga. Me distraigo y escribo. Dejo de escribir cuando me doy cuenta que escribo. El temor de hallarme de espalda y a mansalva suicidarme de palabra.
Giro mi cabeza. Todas las cabezas giran. Es una relojería conmovedora, precisa, pero tardía, pues llego a mis ojos y despierto como si todo fuera sólo un sueño.
No culpo a mi espejo. Lo abrazo y perdono. Siempre he sido yo, el que de culpas ha llenado su reflejo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario