miércoles, 6 de octubre de 2010

Un frío adiós

Roberta se despide con un gran beso, teniendo claro que por muchos años no se verían. Eran las 5:50 am. fuera del aeropuerto de Calama. El frío nunca nadie lo habría imaginado. Cuando la abrazo para besar su mejilla me di cuenta que el beso de Roberta mojó su cachete izquierdo. Intenté por tema higiénico besar la otra mejilla, pero parecería que buscaba algo más. Continúo, besando el mismo lado que babió Roberta, la fría mejilla y mi mejilla se queda pegada a su mejilla cual lengua en un helado recién abierto. La reacción como repelente fue lo peor. Válgame Dios, nunca había no sentido algo tan doloroso como un trozo de piel que se pega en la otra piel. Paradojicamente el frío anestesió lo que provocó.
Mi piel en su piel, cual poema romántico pero convertido en terror cual caníbal sacando cinematográficamente mi piel para dejar en su cara una mancha que hoy treitaidos años veo en su piel que yace para siempre en este ataúd. Y veo mi rostro que se refleja en este vidrio con esta cicatriz que es parte de mi.